Y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad. (Efesios 4:24)
El cristianismo implica que los cambios son posibles. Cambios profundos y de raíz. Es posible que el corazón se vuelva amable aunque antes haya sido cruel e insensible. Es posible dejar de ser dominado por la amargura y la ira. Es posible convertirse en una persona afectuosa sin importar cómo haya sido su pasado.
La Biblia da por sentado que Dios es el factor decisivo que nos convierte en lo que deberíamos ser. Con una franqueza maravillosa, la Biblia dice: «Sea quitada de vosotros… toda malicia. Sed más bien amables unos con otros». No dice «si pueden», ni «si sus padres fueron amables con ustedes», ni «a menos que los hayan tratado con una terrible injusticia». Simplemente dice que seamos amables.
Esto nos trae una libertad increíble. Nos libera del terrible fatalismo que dicta que es imposible que yo cambie. Nos libera de las teorías mecanicistas que hacen de nuestro pasado nuestro destino.
Los mandamientos de Dios siempre traen verdades para creer que son liberadoras y que nos cambian la vida. Por ejemplo:
Dios nos adoptó como hijos suyos. Tenemos un nuevo Padre y una nueva familia. Esto rompe el poder fatalista que nuestra familia y orígenes puedan tener sobre nuestra vida: «Y no llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos» (Mateo 23:9).
Dios nos ama como a hijos. Somos sus «hijos amados». El mandamiento de imitar el amor de Dios no pende del aire, sino que tiene un fundamento firme: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados». Amar es el mandamiento y ser amados es lo que nos da poder para amar.
Dios nos perdonó en Cristo. «Sed más bien amables… perdonándoos unos a otros, así como también Dios os perdonó en Cristo». Lo que Dios hizo nos da poder para cambiar. El mandato de ser amables está más relacionado con lo que Dios hizo por usted que con lo que su madre le hizo a usted. Esta clase de mandato implica que usted puede cambiar.
Cristo nos amó y se dio a sí mismo por nosotros. «Y andad en amor, así como también Cristo os amó». El mandato viene con una verdad que cambia la vida. Cristo nos amó. En el momento en que tenga la oportunidad de ejercitar el amor y una voz le diga: «Tú no eres una persona amable»; puede responderle: «El amor de Cristo por mi me hace una nueva persona. Su mandamiento a amar es tan posible para mi como verdadera es la promesa de su amor hacia mí».
Devocional tomado del articulo “Todos los Mandamientos de Dios Son Posibles con Dios»